En Yom Kipur, hace 37 años, enterramos a 2,700 soldados a fin de alcanzar el acuerdo que el entonces ministro de Exteriores, Moshé Dayán, hizo posible con la firma del tratado de paz con Egipto: sólo un burro nunca está dispuesto a cambiar de opinión.
Si Netanyahu prolonga el congelamiento, será acusado de falta de carácter, pues habrá cedido a la presión de EE.UU. Sin embargo, de reiniciar la construcción, también lo acusarán de falta de carácter, ya que será responsable de provocar una dañina confrontación con el gobierno de EE.UU.
¿Qué pasó con el presidente de EE.UU, Barack Obama? ¿Porqué de repente decidió regresar a ese campo minado que se conoce como el proceso de paz israelí-palestino dos meses antes de las elecciones al Congreso?
La pregunta relevante es si es preferible esperar a un primer ministro que esté dispuesto a pagar las consecuencias de la paz, o hacer lo máximo posible ahora mismo. Yo prefiero no esperar.
Netanyahu debe prepararse para el diálogo con el público; vender la forma de la paz y no el proceso de paz. Israelíes y palestinos merecen conocer cuáles serán finalmente las fronteras de su país y librarse del estigma de la ocupación. Bibi debe anunciarlo en Israel y en hebreo.
Los responsables de los disparos efectuados hacia el automóvil en el que viajaban los cuatro israelíes, tenían bien claro que este jueves, en Washington, en la reunión entre Obama, Netanyahu y Abbás, se relanzaría formalmente el proceso de paz.
Netanyahu y Abbás tienen que reanudar las tratativas directas y dirigir un "toma y daca" real sólo entre ellos. Ambos mandatarios deberán otorgar lo máximo posible y recibir lo mínimo necesario para obtener el mayor apoyo local e internacional a un acuerdo.
El Rabino Ovadia Yosef no deseó muerte a los terroristas, a responsables de atentados, sino al propio Abu Mazen y a los palestinos en general. Desubicado, cerrado, poco inteligente, inaceptable, es lo mínimo que se puede decir del rabino en esta ocasión.