En lugar de decirles a árabes y palestinos, "¿Quieren un congelamiento de los asentamientos? Ok, aquí lo tienen: ahora veamos lo que están dispuestos a aceptar”, Netanyahu prefiere jugar con el presidente Obama y hacer que Israel aparezca más interesado en la tierra que en la paz.
El actual revuelo en torno a la carta de los artistas en contra de realizar actuaciones artísticas en el nuevo Centro Cultural de Ariel - en los territorios ocupados - revela una evidente contradicción en las posiciones de la sociedad israelí.
Las próximas semanas serán decisivas. Si Obama elige el camino pragmático, tiene una buena oportunidad de lograr un cambio entre israelíes y palestinos. Sólo una pacto parcial, no definitivo, otorgará al Premio Nobel la paz que está persiguiendo.
Sólo una de las posibles decisiones de Netanyahu cambiaría las relaciones de Israel con los palestinos y los sirios: la eliminación de los asentamientos. Sólo su evacuación - o, por el contrario, su expansión y desarrollo - habrán de modificar históricamente la situación.
En medio de la compleja situación de Oriente Medio y de los numerosos obstáculos con los que hay que lidiar para intentar salir adelante, no resulta lógico que la culpa de todo lo que ocurre en la región la tenga Israel.
Abbás es débil y se comporta de manera más débil aún. Netanyahu es fuerte y actúa como si fuera débil.
Es hora de que ambos refuercen decididamente ese aspecto y de que todos aquellos intrusos que anhelan malcriarlos busquen otro pasatiempo.