Israel tiene la fortaleza para luchar por su seguridad sin perder su cordura ni caer en el deterioro de sus valores democráticos. Israel no es lo que sus enemigos pretenden alegar; por eso, deben unirse sus demócratas auténticos de derecha e izquierda y frenar tendencias preocupantes.
La "ley del boicot" es otro eslabón en la cadena de leyes antidemocráticas como la ley de comisiones de absorción y la ley de la Nakba. Si la tendencia continúa, a Bibi le será muy difícil en su próximo discurso en el Congreso, presumir de la "única democracia en Oriente Medio".
Hace mucho que la opinión pública israelí, generalmente muy discutidora, no estaba en tal ebullición. La polémica "ley del boicot" - tal cual ya se la conoce - aprobada esta semana en el Parlamento israelí, ha desatado fuertes emociones. Y con razón.
Desde que tengo conciencia política he apoyado la solución de "dos estados para dos pueblos", tanto por razones diplomáticas como éticas. Sin embargo, no habré de unirme a ninguna marcha de solidaridad en apoyo a la declaración de independencia palestina.
Los rabinos podrán tener muchos privilegios, pero hay un derecho que no pueden atribuirse: convertir a Tzáhal, el ejército nacional y popular de Israel, en un cuerpo militar nacionalista, religioso y derechista-mesiánico. Después de todo, se trata de Tzáhal, no del ejército de Dios.
Grecia decidió detener la flotilla a Gaza luego de que Turquía prohibiera la participación de sus barcos. El contexto diplomático es claro: la posición de Israel se fortalece en medio de las revueltas del mundo árabe, mientras gana amigos que deciden abandonar a los palestinos y a Irán.
El tiempo, algo imposible de detener, nos lleva al mes de Julio, mes de inevitables contrastes. Mes de vida y muerte al unísono.
Si la diplomacia, los problemas técnicos y las sanciones internacionales contra Irán no logran detener a los iraníes, Netanyahu ha decidido respaldar esas alternativas presentando una opción militar. Pero Dagán, Ashkenazi, Diskin y Peres no se muestran muy entusiasmados.
La prevista campaña israelí ante la ONU debe ser llevada a cabo con honestidad; la mayoría de los israelíes debe aceptar el hecho de que una solución de dos Estados para dos pueblos sólo puede alcanzarse por medio de negociaciones. De eso se trata, no de deslegitimación.
Los israelíes y los palestinos son parecidos al terrible miedo que cualquiera de nosotros tiene al dentista. Se pasan posponiendo una cita tras otra, presentando las más variadas excusas y sabiendo en su corazón que sus dentaduras no habrán de mejorar.