El gran problema de Jerusalén a 45 años de su reunificación es que todas las partes en conflicto continuan apostando al todo o nada. Lo que se vislumbra es la inevitable visión apocalíptica de la codiciada Ciudad Santa.
"!Locos! ¡Pirómanos! ¿Ustedes nos expulsan de nuestras casas y piensan que nos heredarán? ¡Ustedes encienden un fuego que hará arder y estallar toda esta explosiva ciudad sobre sus propias cabezas!
Me dio mucho gusto leer el artículo «Musumán, sionista y orgulloso» de Kasim Hafeez, un ex antisemita devenido sionista. Me agradó especialmente enterarme que mi libro, «The Case for Israel» (El caso a favor de Israel), desempeñó un papel importante en su conversión desde el odio irracional al apoyo basado en sus propias observaciones de la realidad israelí.
La nueva realidad política, que ha convertido al Partido Laborista en el líder de la oposición, constituye un desafío que abre nuevas posibilidades de cara a las elecciones previstas para el próximo año.
En Israel todo es mentira, / verás que nada es amor, / que al pueblo judío nada le importa… / ¡Yira!… ¡Yira!… (Paráfrasis del tango «Yira, Yira» de Enrique Santos Discépolo)
Finalmente Siria será liberada. Cuando sea liberada, no oiremos hablar de las decenas (en ocasiones, cientos) de personas asesinadas allí en un solo día; no poblarán sus cárceles decenas de miles de ciudadanos; sus soldados no violarán mujeres y sus hospitales no habrán de convertirse en centros de tortura. Cuando se produzca su liberación, la minoría alawita no aterrorizará al resto de la población, y la sangre siria no será impunemente derramada.
El ex jefe del Shin Bet, Yuval Diskin, cometió tres graves errores: obstaculizó a sabiendas la estrategia israelí con respecto a Irán; hizo una declaración simplista, incompleta y engañosa sobre la amenaza nuclear; violó normas relativas a la lealtad con que deben actuar los altos funcionarios civiles en cualquier democracia occidental. Diskin ha demostrado una vez más que, en el nuevo Israel, prevalece el modelo turco.