Todos estamos familiarizados con la protesta social. Comenzó con la crítica feroz de los medios de comunicación al dominio de los magnates; continuó con una campaña pública contra la concentración económica y la carestía de la vida, y terminó explotando con los campamentos multitudinarios y las campañas en las redes sociales. Culminó con las protestas masivas del verano de 2011.
Toda persona ducha en los avatares del prolongado conflicto palestino-israelí seguramente está convencida que aquí comienza la lectura de una nota con una fuerte visión irónica de la realidad levantina. Todo lo contrario. Lo que se pretende demostrar es que, de forma sorprendente y en contraposición a conocidas declaraciones, Netanyhau no sólo que no debilita a Hamás sino que se empecina en llevar adelante una táctica con decisiones que día a día ayudan y dan mayor sustento a tan detestado movimiento.
Günter Grass nos ha puesto a prueba. El extraño texto que publicó hace una semana en el Süddeutsche Zeitung constituye un documento bastante raro pero de gran profundidad. No hay en él antisemitismo a la antigua. Tampoco propaganda a lo Goebbels.
En un intento casi desesperado por contrarrestar la nueva tendencia histórica, elementos pro-palestinos intentaron recientemente cambiar el rumbo y poner el tema palestino nuevamente en la agenda, a través de lo que ellos denominan «Día de la Tierra». Sin embargo, fracasaron.
Hace ya algunas semanas que se dispuso una batería de defensa antimisiles «Cúpula de Hierro» en el área metropolitana de Tel Aviv. A los preocupados residentes locales se les comunicó que el ejército sólo buscaba un lugar adecuado en caso de necesidad; en otras palabras, en caso de que hubiera una amenaza de ataque con misiles contra Tel Aviv.
Desde Pesaj de 1968 a Pesaj de 2012 las cosas no han cambiado mucho. De hecho, pareciera que no hubieran pasado 44 años desde que celebramos el primer festival de la libertad tras la Guerra de los Seis Días. No hay nada nuevo bajo el loco sol de Hebrón, ni bajo su luna enfermiza. Si la ocupación constituye una locura, entonces Hebrón es su destilada esencia.
Están sucediendo tantas cosas en Oriente Medio, que resulta imposible captarlo todo con una sola opinión. Así que, marchen dos al precio de una.
Ya es la segunda vez en en los últimos seis años que el escritor alemán, Günther Grass, rompe su silencio. En la primera rompió un silencio auto-impuesto durante 60 años. Seis décadas le llevó confesar en público que fue miembro activo de las SS.