Si Israel en el pasado no dudó en arriesgar y puso en peligro la vida de numerosos israelíes para poder liberar secuestrados, no hay motivo, en una situación donde la opción militar no existe, que no se haga cargo de un riesgo para rescatar a un soldado de Tzáhal.
Llegó la hora de que aquéllos a quienes la vida les sonríe, se hagan responsables. En la situación tan difícil que atraviesa Israel, la riqueza no es sólo un privilegio, es también una obligación.