No hay israelí que no se esté conmovido al ver que Gilad se reencontró con su familia. Sin embargo, esa es la cuestión: nosotros podemos estar completamente conmovidos. Pero de quien pretende ser reelecto como primer ministro por un nuevo período, se espera un accionar diferente.
Un acuerdo de responsabilidad mutua prevalece aún entre los ciudadanos israelíes. Y esa es la razón por la cual la mayoría de nosotros sentimos hoy un gran alivio: No traicionamos a un soldado cautivo; no lo abandonamos; no dejamos que se muera solo. Esa es nuestra gran victoria.
Ahora, cuando ya ha sido firmada y aprobada, aún los que se oponen a esta transacción no pueden evitar un lagrimón. Gilad Shalit se convirtió en un símbolo. Es el hijo de todos. Y todos estamos emocionados.
Necesitamos entender que no existe ninguna posibilidad de un pacto permanente con los palestinos. Los esfuerzos diplomáticos deben ser invertidos en buscar acuerdos provisionales, medidas de generación de confianza y una cooperación pragmática verificable en los hechos.
De Estados Unidos no sólo hemos importado la comida chatarra. También importamos la adulación del dinero; la inmensa brecha - en ingresos y estilo de vida - entre una capa muy fina de ricos y la clase media y los daños que ocasiona la privatización a cualquier precio.
Llegó el momento de que comencemos a imaginar un escenario posible de paz y cooperación; y que además seamos capaces de creer en él para ampliar nuestro nuevo lenguaje, el único que podrá realizarlo, exigiendo su uso y su práctica por parte de aquellos que deben liderarnos.
La crítica profesional sobre el nivel de los discursos en la ONU la encontrarán en otro lugar. Pero los tres, tanto el de Barack Obama, como el de Mahmud Abbás y el de Binyamín Netanyahu, fueron como esas postales turísticas que nos enviamos a nosotros mismos.
Mientras que el gobierno de Netanyahu ha convocado una y otra vez a la Autoridad Palestina solicitándole su regreso a la mesa de negociaciones, la AP decidió apelar a las Naciones Unidas. Tal movimiento no supone ningún avance hacia la paz; todo lo contario: la aleja.
En el reciente discurso del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, tuvimos la oportunidad de ver a un estratégico socio palestino, tal vez al último de ellos, declarando que es imposible derogar la legitimidad de Israel o proceder a su aislamiento.
Un Estado palestino podrá vivir en paz con Israel si es creado de común acuerdo, en negociaciones de paz entre las partes, que son necesarias para hallar soluciones concretas a los numerosos problemas aún existentes en el terreno y en la agenda bilateral israelí-palestina.